Nuevas investigaciones revelan la escala de las operaciones de Wagner, un misterioso grupo de mercenarios ruso, en la guerra civil de Libia. Una tableta Samsung recuperada de un campo de batalla al oeste de Libia, que presuntamente habría sido abandonada por uno de los integrantes del grupo, guardaría en su interior datos sobre el auténtico papel de los mercenarios en el marco del conflicto libio, nombres en clave de los combatientes y una “lista de la compra” de equipamiento militar de última generación. Las informaciones que acaban de ver la luz relacionarían al grupo con supuestos crímenes de guerra y desataparía sus vínculos con el ejército ruso. Hasta el momento Rusia continúa negando cualquier vínculo con Wagner.
El grupo fue identificado por primera vez en 2014 cuando respaldaba a los separatistas prorrusos en el conflicto en el este de Ucrania. Desde entonces, ha estado involucrado en regiones como Siria, Mozambique, Sudán y la República Centroafricana. Se trata de una de las organizaciones más misteriosas de Rusia. Oficialmente no existe y sin embargo se estima que hasta 10.000 operativos han firmado al menos un contrato con Wagner en los últimos siete años.
Durante mucho tiempo han circulado informaciones de que Wagner se encontraba operando en Libia. En abril de 2019 salen a la luz los primeros indicios de la presencia de estos mercenarios en la región, luchando en apoyo del general renegado Jalifa Haftar contra el Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA) respaldado por la ONU. El conflicto se zanjó con un alto el fuego en octubre de 2020, momento en el que supuestamente el dispositivo electrónico habría quedado atrás durante la retirada de los mercenarios.
En el interior del dispositivo se descubrieron docenas de archivos: desde manuales para minas antipersona y artefactos explosivos improvisados (IED) hasta imágenes de drones de reconocimiento; también se habían subido varios libros, incluido el Mein Kampf, Juego de Tronos y hasta una guía para fabricar vino.
Sin embargo, entre los hallazgos más destacados se encontraría una aplicación de mapas: con planos militares de la línea del frente, todos marcados en ruso. La mayoría de los puntos de ubicación estaban agrupados en el suburbio de Ain Zara, localizado al sur de Trípoli, donde los combatientes de Wagner lucharon contra las fuerzas del GNA entre febrero y finales de mayo de 2020.
La tableta no ofrece pistas sobre la verdadera identidad de su propietario o de otros miembros del grupo y únicamente contiene lo que parecen ser nombres en clave de los integrantes. Detrás de uno de estos alias, “Metla”, podría estar un ruso de 36 años llamado Fedor Metelkin, originario del norte del Cáucaso. Su número personal de Wagner, publicado en la base de datos que recoge la participación del grupo en Ucrania, se situaría por debajo de 3.000. Esto sugeriría que se unió a Wagner en una etapa temprana de las operaciones del grupo, probablemente hace cinco o seis años, en el marco del conflicto ucraniano.
Recientemente la BBC ha obtenido acceso a los testimonios de dos excombatientes de Wagner, bajo condición de anonimato, quienes confirmaron que muchos de los que comenzaron en Ucrania terminaron combatiendo también en Libia. Según sus declaraciones, el número de combatientes en Libia en cualquier momento durante los 12-14 meses de combates activos en el país, desde septiembre de 2019 hasta julio de 2020, superaría los 1.000 efectivos.
Estos excombatientes también explicaron que el personal no es reclutado para trabajar en una organización llamada Wagner, sino que se trata de contratos a corta duración, por ejemplo, como trabajadores de plataformas petrolíferas o personal de seguridad, a través de numerosas empresas fantasma. Posteriormente son sometidos a una serie de pruebas físicas y verificaciones de seguridad de antecedentes antes de ser trasladados a un campo de entrenamiento no oficial de Wagner cerca de Krasnodar en el sur del país, próximo a unas instalaciones del ejército ruso.
De acuerdo con las declaraciones de los excombatientes y los testimonios de víctimas civiles, Wagner no contaría con ningún código de conducta para sus operativos y la principal motivación de sus integrantes sería el dinero, llegando a definir a sus antiguos compañeros como “vikingos modernos”. El asesinato de inocentes y la ejecución de prisioneros es otra de las acusaciones que pesan sobre el grupo. Estos hechos estarían siendo investigados activamente como crímenes de guerra, según el fiscal militar libio Mohammed Gharouda, que trabaja para el Ministerio de Defensa del país.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia asegura que está haciendo «todo lo posible para promover un alto el fuego y una solución política a la crisis en Libia» y agregó que los detalles sobre Wagner en Libia se basan principalmente en «datos manipulados» y tienen como objetivo «desacreditar la política de Rusia» en Libia.